LA CARTA QUE LE DEJO SERGIO A LAURA
Querida Laura:
Cuando llegues a leer esta carta yo ya estaré en un recinto lejano donde se recibe solamente a los seres divinos, porque, te debo confesar, he dejado de ser un tipo. Ahora soy un Santo. Con barba blanca y todo. Con túnica y aureola dorada. Llevo en mi mano derecha una lanza para luchar contra el mal y siempre voy pisando víboras, renacuajos y todo tipo de bichos molestos, monstruosos, feos y malos. Ya he posado para un pintor frustrado, el que me retrató bastante bien para que su pintura sea reproducida para las estampitas. Vieras que lindo luzco con fondo azul, estrellitas y angelitos revoloteando alrededor de mi imagen irradiando luz y paz divina. Una vez que las estampitas salgan de la imprenta te enviaré algunas para que tengas y repartas entre la gente querida. Seguramente ya te darán alguna cuando viajes en el tren o en el subte alguno de esos chicos ricos de pobreza y pobres de limpieza que nos promocionan tanto a nosotros, a los que aparecemos en imágenes religiosas.
No me preguntes cómo llegué a esto. Ni yo lo sé. Lo importante es que me siento bien por varios motivos: primero, porque ya no dependo de ninguna oficina, ni de ningún teléfono celular, ni de ninguna computadora, ni de ninguna tarjeta de crédito, ni de ningún banco, ni de ningún préstamo personal o hipotecario. Segundo, porque hago lo que realmente se me canta sin culpas, no le tengo que pedir permiso a nadie ni tengo que andar todo el Santo día dando explicaciones de porque así esto o aquello. Ya no veo más televisión ni escucho radio. No leo más los diarios ni las revistas de actualidad que tanto me preocupaban cuando no las conseguía a tiempo. Ahora me doy el gusto de escuchar la música que más me gusta y sin tener que andar con el molesto discman. Me doy todos los gustos viendo todas las películas que yo quería ver y que por razones de tiempo o, porque no eran de tu agrado, nunca podía ver. También tengo todo el tiempo para leer a mis autores favoritos y sus obras completas. Y como si todo esto fuera poco me doy el lujo de tener las mejores amantes, los mejores bocados y las mejores bebidas. Tengo que reconocer que ya no necesito del dinero. Aquí hay de todo y nadie roba ni se vuelve loco por que no le cierran los números. Realmente reina la paz . Además me hace bien para la autoestima porque de pronto veo gente que se me arrodilla cuando me ven caminando por ahí. Los bendigo y se van contentos y con alegría. Ni que hablar cuando tenga las estampitas; me emociona el solo pensar mi imágen adentro de una billetera o portadocumentos en la cartera de la dama o en el bolsillo del caballero, o sobre la mesita de luz de alguna abuela.
Seguramente querrás venir a visitarme. Todavía no te puedo prometer nada, pero cuando me beatifiquen ya te voy a mandar la dirección de la iglesia que tendrá en algún altarcito mi imagen. Mientras tanto seguí creyendo en mí. Y si tenés algún pecado difícil de borrar veremos después como lo podremos blanquear. Desde aquí se puede arreglar todo. No te preocupes. Tené fe. Yo te voy a ayudar. Te bendigo. Hasta muy pronto.
Por ahora, Sergio.
Ah, me olvidaba: la semana que viene empiezan a distribuir en todas las iglesias botellas con agua bendecida por mí, como te darás cuenta es imposible que yo haya podido bendecir miles y miles de botellas de agua mineral, pero es un buen negocio para los que nos representan allí en la Tierra. Ellos también tienen que comer. Por favor no se te ocurra comentar nada de esto a nadie y menos al ciertos periodistas de la izquierda que siempre nos tiran a matar.
4 comentarios:
sencillamente HERMOSO´´ME ENCANTO.
Maravilloso texto Anibal, excelente...
Un abrazo Gus.
sentimientos profundos en palabras... adore!!!
Besos
Very
Sumamente irónico, Anisci. Ingenioso y divertido. :)
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