1
Apesadumbrado
buscaba las agujas
pero ya era tarde:
no había más horas.
Caminé la ciudad dormida,
amanecida.
Todo estaba cerrado,
nada ni nadie que apareciera,
solo el sonido de mis malos pasos,
y el tintinear de las pocas monedas
que en mi bolsillo
ya no estaban.
2
La esperanza abrió un ojo,
vos hecha tango me recibías,
ay mi amor entre tus olas,
de madrugada,
sediento de amorme sumergía.
3
Te dejo en esta servilleta
tinta seca de mis venas
sangre fresca de mi pluma
expresando la euforia
del presente de estar con vos
del futuro en que no estarás.
4
Servilleta de papel
con patitos azules dibujados,
terrón de azúcar méndez,
cucharita retorcida,
tacita de café gastada,
y ese sabor a humedad,
buenos aires ¿qué me has dado?
2 comentarios:
Y fue en agosto, sí, en agosto, y en estos "cuatro breves", me detengo porque sí, y me demoro en alguna imagen precisa: "....la esperanza abrió un ojo, vos hecha tango me recibías.....".
Hoy estoy visitando este domicilio tuyo, Aníbal, aunque ya sabía de sus tranvías y sus ausencias, y también presumí que ese mate tuyo confunde seguido la boca que dice de la boca que escribe.
Los mates siempre se devoran almas.
Ya te había visitado pero sin dejar testimonio.
Dejo mi huella, pues, en este Hogar tuyo, y este saludo domingueante, sin declive, para vos.
Virginia.
Bella sucesión de palabras y versos que se tornan alta poesía.
Un abrazo Gus.
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