lunes, 25 de febrero de 2008

EFEEMEEMEPE3EMEPE4EMEESECIDIDIVIDIETC

imagen: carnedepsiquiatra.blogia.com/2007/agosto.php

sonido de plástico bobo/ salida ensordecedora del maldito aparato que no permite pensar/ mucho menos recordar/ las voces de locutores y locutoras que hablan pero no dicen/una invitación al vacío/ solo ruido/ golpes ininterrumpidos/ de música NADA/ insertados van almibarados canturreos que simulacran amor/ reiterados/ basura poética conformada de bochinches elaborados por computadoras/ cablecitos a modo de sondas que van del minúsculo aparatito a las orejas y de las orejas al aparatito/ incorporando telefonía celular/ el individuo individua transita las calles/ sube y baja de colectivos y subtes entra a oficinas y bancos compra un pancho una hamburguesa un helado o simplemente se manda una escupida hacia la vereda maltratada y mugrienta/ los ojos solo ven movimientos/ pues nada puede estar detenido/ sobre pantallas de plasma un green futbol acompaña/ excelente definición de imagen/ mientras tanto las discográficas y los medios de comunicación facturan facturan/ el colmo de la destrucción de los sentidos/

martes, 19 de febrero de 2008

PLUMAJE


Hoy observo tu plumaje y me emociona verlo.
¿Son todavía tántos los que lo llevan puesto?
Y sin embargo casi nadie habla de ello.

TÍA, TE ESTUVE LLAMANDO...





Tía, te estuve llamando...


¿adónde te fuiste que no te encontré?...


te necesito para que vuelvas a cantar en aquel patio


"yo no sé que me han hecho tus ojos..."


mientras yo le doy manija al fonógrafo


y el disco nacional odeón gira que gira...

EXUMACIÓN


Tornillos oxidados de muesca ausente/ tuvieron que hacer palanca para levantar la placa/
las facciones del operario eran tan ríspidas como las de esa chapa/ todo metal, todo musgo/
conquistado por la curiosidad logré que al fin desprendieran esa cosa pegada por el tiempo/
una botella con líquido tóxico fue necesario derramar sobre ella/ no me quedaba más que implorar/
Retirada la plancha mi mirada se dio el gusto de ver qué se escondía tras ella:
un campo de trigos desde donde saludaba sonriente mi madre cuando ella solo tenía quince años.