domingo, 26 de agosto de 2007

26 DE AGOSTO: CORTÁZAR Y YO



Un 26 de agosto de 1914 nacía en Bruselas nuestro querido Julio Cortázar... unos cuantos tántos años después (en 1952) en Buenos Aires nacía yo, nada que ver la comparación, obvio, pero me hace sentir feliz tener algo en común con Julio: aunque sea el día de nacimiento.
Hoy quiero recordarlo como lo hago siempre, y lo hago con este fragmento de "Salvo el crepúsculo" tan inmerecidamente poco difundido, tan valioso, tan exquisito...
Un gran abrazo para todo@s,
Aníbal



Ándele

1)
Como una carretilla de pedruscos
cayéndole en la espalda, vomitándole
su peso insoportable,
así le cae el tiempo a cada despertar.
Se quedó atrás, seguro, ya no puede
equiparar las cosas y los días,
cuando consigue contestar las cartas
y alarga el brazo hacia ese libro o ese disco,
suena el teléfono: a las nueve esta noche,
llegaron compañeros con noticias,
tenés que estar sin falta, viejo,
o es Claudine que reclama su salida o su almohada,
o Roberto con depre, hay que ayudarlo,
o simplemente las camisas sucias
amontonándose en la bañadera
como los diarios, las revistas, y ese
ensayo de Foucault, y la novela
de Erica Jong y esos poemas
de Sigifredo sin hablar de mil
trescientos grosso modo libros discos y películas,
más el deseo subrepticio de releer Tristram Shandy,
Zama, La vida breve, El Quijote, Sandokán,
y escuchar otra vez todo Mahler o Delius
todo Chopin todo Alban Berg,
y en la cinemateca Metrópolis, King Kong,
La barquera María, La edad de oro —Carajo,
la carretilla de la vida
con carga para cinco décadas, con sed
de viñedos enteros, con amores
que inevitablemente superponen
tres, cinco, siete mundos
que debieran latir consecutivos
y en cambio se combaten simultáneos
en lo que llaman poligamia y que tan sólo
es el miedo a perder tantas ventanas
sobre tantos paisajes, la esperanza
de un horizonte entero—

2)
Hablo de mí, cualquiera se da cuenta,
pero ya llevo tiempo (siempre tiempo)
sabiendo que en el mí estás vos también,
y entonces:
No nos alcanza el tiempo,
o nosotros a él,
nos quedamos atrás por correr demasiado,
ya no nos basta el día
para vivir apenas media hora.


3)
El futuro se escinde, Maquiavelo:
el más lejano tiene un nombre, muerte,
y el otro, el inmediato, carretilla.

¿Cómo puede vivirse en un presente
apedreado de lejos? No te queda
más que fingir capacidad de aguante:
agenda hora por hora, la memoria
almacenando en marzo los pagarés de junio,
la conferencia prometida,
el viaje a Costa Rica, la planilla de impuestos,
Laura que llega el doce,
un hotel para Ernesto,
no olvidarse de ver al oftalmólogo,
se acabó el detergente,
habrá que reunirse
con los que llegan fugitivos
de Uruguay y Argentina,
darle una mano a esa chiquita
que no conoce a nadie en Amsterdam,
buscarle algún laburo a Pedro Sáenz,
escucharle su historia a Paula Flores
que necesita repetir y repetir
cómo acabaron con su hijo en Santa Fe.
Así se te va el hoy
en nombre de mañana o de pasado,
así perdés el centro
en una despiadada excentración
a veces útil, claro,
útil para algún otro, y está bien.
Pero vos, de este lado de tu tiempo,
¿cómo vivís, poeta?,
¿cuánta nafta te queda para el viaje
que querías tan lleno de gaviotas?


4)
No se me queje, amigo,
las cosas son así y no hay vuelta.
Métale a este poema tan prosaico
que unos comprenderán y otros tu abuela,
dése al menos el gusto
de la sinceridad y al mismo tiempo
conteste esa llamada, sí, de acuerdo,
el jueves a las cuatro,
de acuerdo, amigo Ariel,
hay que hacer algo por los refugiados.


5)
Pero pasa que el tipo es un poeta
y un cronopio a sus horas,
que a cada vuelta de la esquina
le salta encima el tigre azul,
un nuevo laberinto que reclama
ser relato o novela o viaje a Islandia,
(ha de ser tan traslúcida la alborada en Islandia,
se dice el pobre punto en un café de barrio)
Le debe cartas necesarias a Ana Svensson,
le debe un cuarto de hora a Eduardo, y un paseo
a Cristina, como el otro
murió debiéndole a Esculapio un gallo,
como Chénier en la guillotina,
tanta vida esperándolo, y el tiempo
de un triángulo de fierro solamente
y ya la nada. Así, el absurdo
de que el deseo se adelante
sin que puedas seguirlo, pies de plomo,
la recurrente pesadilla diurna
del que quiere avanzar y lo detiene
el pegajoso cazamoscas del deber.
la rémora del diario
con las noticias de Santiago mar de sangre,
con la muerte de Paco en la Argentina,
con la muerte de Orlando, con la muerte
y la necesidad de denunciar la muerte
cuando es la sucia negación, cuando se llama
Pinochet y López Rega y Henry Kissinger.
(Escribiremos otro día el poema,
vayamos ahora a la reunión, juntemos unos pesos,
llegaron compañeros con noticias,
tenés que estar sin falta, viejo.)


6)
Vendrán y te dirán (ya mismo, en esta página)
sucio individualista,
tu obligación es darte sin protestas,
escribir para el hoy para el mañana
sin nostalgias de Chaucer o Rig Veda,
sin darle tiempo a Raymond Chandler o Duke Ellington,
basta de babosadas de pequeñoburgués,
hay que luchar contra la alienación ya mismo,
dejate de pavadas,
elegí entre el trabajo partidario
o cantarle a Gardel.


7)
Dirás, ya sé, que es lamentarse al cuete
y tendrás la razón más objetiva.
Pero no es para vos que escribo este prosema,
lo hago pensando en el que arrima el hombro
mientras se acuerda de Rubén Darío
o silba un blues de Big Bill Broonzy.
Así era Roque Dalton, que ojalá
me mirara escribir por sobre el hombro
con su sonrisa pajarera,
sus gestos de cachorro, la segura
bella inseguridad del que ha elegido
guardar la fuerza para la ternura
y tiernamente gobernar su fuerza.
Así era el Che con sus poemas de bolsillo,
su Jack London llenándole el vivac
de buscadores de oro y esquimales,
y eran también así
los muchachos nocturnos que en La Habana
me pidieron hablar, Marcia Leiseca
llevándome en la sombra hasta un balcón
donde dos o tres manos apretaron la mía
y bocas invisibles me dijeron amigo,
cuando allá donde estamos nos dan tregua,
nos hacen bien tus cuentos de cronopios,
nomás queriamos decírtelo, hasta pronto—


8)
Esto va derivando hacia otra cosa,
es tiempo de ajustarse el cinturón:
zona de turbulencia.


Nairobi, 1976

Salvo el crepúsculo, Buenos Aires, Ed. Alfaguara, 1996

domingo, 19 de agosto de 2007

2 + 2 GARABATOS


"Expongo", de Eliana Heredia
2 Garabatos para niñas de la vía pública

1
La chica es linda. Se me acerca. Saca de su bolso: 3 cajitas de sahumerios. 3 por $2.-, me dice. Le digo: si me das tu amor te las compro. Entonces me las vende y se va.
2
La des-gracia de Dios se posó en cada uno de los pasajeros de este subte que nos viaja.La nena cansada de ser adulta que nos pone de prepo estampitas sobre las manos.A cambio de una monedita entre Medrano y Gardel.

2 Garabatos para la mujer que se está preparando

1
Me acerco
tu boca no dice nada
sin embargo
tus ojos son tinta negra
derramando llantos de letras
que al ser absorbidos por el papel
forman borrones que no veo ni creo
solo se entienden si te ponés las alas
y con tus plumas das un giro
alrededor de las palabras
2
Escafandrame la quité
y volqué así mi asignatura
caí en un pozo con fondo de satén
no eran más que nuestras sábanas
y entre la oscuridad de la tela
esa luz que salía mágica
de entre tus piernas

4 BREVES



1


Apesadumbrado

buscaba las agujas

pero ya era tarde:

no había más horas.

Caminé la ciudad dormida,

amanecida.

Todo estaba cerrado,

nada ni nadie que apareciera,

solo el sonido de mis malos pasos,

y el tintinear de las pocas monedas

que en mi bolsillo

ya no estaban.



2

La esperanza abrió un ojo,

vos hecha tango me recibías,

ay mi amor entre tus olas,

de madrugada,

sediento de amorme sumergía.



3

Te dejo en esta servilleta

tinta seca de mis venas

sangre fresca de mi pluma

expresando la euforia

del presente de estar con vos

del futuro en que no estarás.



4

Servilleta de papel

con patitos azules dibujados,

terrón de azúcar méndez,

cucharita retorcida,

tacita de café gastada,

y ese sabor a humedad,

buenos aires ¿qué me has dado?




EL NEGRO SIEMPRE

Nunca vas a estar ausente, Negro, nunca.